Una obra literaria no es un medio para comunicar
el autor determinadas experiencias. Es el medio en el cual realiza
él mismo tales experiencias. Cervantes había hecho la experiencia viva
de lo que es el alma hispana en sus vertientes: la quijotesca y la sanchopancesca.
El momento en el cual se encontró más vivamente con el espíritu hispano
fue cuando se puso a escribir El Quijote. Esta obra no es posterior al encuentro cervantino con el núcleo de la forma española de sentir
y vivir la vida; marca el momento culminante de tal encuentro.
Cuando un autor escribe una obra, está entrando en juego con
la realidad descrita en ella, que no se reduce a un conjunto de objetos,
sino que es en todo rigor una trama de ámbitos, una historia viva. Al
hacer juego con ésta, se le ilumina su sentido más hondo.
La obra literaria es un campo de juego y de iluminación.
Intención de la obra.
Cervantes afirmó varias veces que su
primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates
de las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una
parodia de las disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa
mucho más que una invectiva contra los libros de caballerías. Por la
riqueza y complejidad de su contenido y de su estructura y técnica narrativa,
la más grande novela de todos los tiempos admite muchos niveles de lectura,
e interpretaciones tan diversas como considerarla una obra de humor,
una burla del idealismo humano, una destilación de amarga ironía, un
canto a la libertad o muchas más.
Entre otras aportaciones más, el Quijote
ofrece asimismo un panorama de la sociedad española en su transición
de los siglos XVI al XVII, con personajes de todas las clases sociales,
representación de las más variadas profesiones y oficios, muestras de
costumbres y creencias populares. Sus dos personajes centrales, don
Quijote y Sancho, constituyen una síntesis poética del ser humano. Sancho
representa el apego a los valores materiales, mientras que don Quijote
ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal libremente asumido.
Pero no son dos figuras contrarias, sino complementarias, que muestran
la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez.
Atentamente, Sebastian Pulido.
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